RODADA A CUEVA DE LA OLLA
Hace poco más de una semana, conocí a Diana Balderrama la
nueva coordinadora en Nuevo Casas Grandes de Ezer La Casa del Voluntario; una
de sus pasiones es el ciclismo y me invitó a un evento que tendrían el sábado
14 de junio de 2014. Me apasiona la aventura, pero la bicicleta casi nunca la
utilizo, ni para ir a la tienda.
El recorrido empezaría en la Estación del Ferrocarril en
Nuevo Casas Grandes y culminaría en la Cueva de La Olla. Serían más de 80 kms,
incluyendo subir la cuesta del Caracol.
Un par de días antes
del evento, lleve mi bicicleta al taller para que estuviera en condiciones de
soportar por lo menos la mitad del recorrido ¿y yo soportaría?
Buena pregunta, el
viernes hice una prueba, desde Nuevo Casas Grandes fui a Madero y regresé sintiéndome
bastante bien. Así que considere, que si podía aguantar la mitad del recorrido
a Cueva de La Olla.
A las seis de la mañana se dieron cita los ciclistas que
harían el recorrido completo desde Nuevo Casas Grandes a Cueva de la Olla, fui
a tomarles fotografías y despedirlos. Yo empezaría arriba del Caracol, digo,
para dos días que tenía de ciclista, eso es mucho.
El grupo, salió a las 6:30 am aproximadamente. Aproveché la
mañana para hacer los últimos preparativos, pues nos quedaríamos a acampar allá
y regresar el domingo.
Carlos Carrillo, alfarero de Mata Ortiz y auxiliar en el
Departamento de Cultura y Turismo de Casas Grandes fue a documentar el
recorrido en fotografía, aproveche y me fui con él hasta arriba del Caracol. A
las 10:00 am alcanzamos al grupo, quienes iban subiendo las pesadísimas Cuestas
del Caracol.
Kilómetros más adelante, se detuvieron un momento a
descansar y a esperar a quienes venían más atrás.
Fue aquí donde me uní
al grupo para empezar a pedalear. Antes de partir, hay que tomarnos la foto del
recuerdo.
Es una gran experiencia poder pedalear en lugares tan
maravillosos, ir disfrutando del aroma del bosque y de la camaradería de los
ciclistas.
Apenas si había avanzado unos cuantos kilómetros, cuando
empiezan las primeras subidas y subo la primera, y subo la segunda, y no sé
cuantas más, pero rápido se me agotaron las fuerzas de las piernas, hasta que
sin más remedio tuve que bajarme de la bici a subir caminando. Momento de dejar
el pavimento y seguirle por terracería, también pura subida, pues sigo
caminando ¿Qué más? Bien dice el dicho “más vale paso que dure y no trote que
canse”, así que continúo caminando, no hay prisa por llegar, aún quedan muchas
horas de luz de día.
Carlos Carrillo, me había comentado que tenía la intención
de pedalear un rato, así que como buen amigo, le cedo un rato la bicicleta.
Sube un poco más la cuesta y empieza la bajada, la cual llega hasta el Puente
en Ejido Ignacio Zaragoza o el Willy, como mejor es conocido.
Cuando llegamos al puente, ya los demás ciclistas tenían
buen rato allí, incluso hasta se andaban refrescando en el agua del Río Piedras
Verdes.
Allí en el puente vuelvo a agarrar la bicicleta y llegar a
la Cueva de la Olla; cuando por fin llegamos, ya los demás ciclistas estaban
preparando la comida, buscando lugar para acampar e instalando sus casas de
campaña.
Carlos y yo, ya traíamos bastante hambre, decidimos abrir
una sardina, con eso tuvimos para los dos. Carlos tenía un compromiso el
domingo, así que se perdió de la oportunidad de acampar.
Cerca de las 5 pm llega el último grupo de ciclistas,
quienes llegaron en automóvil debido a que no pudieron acompañarnos más
temprano por cuestiones laborales.
Gran ambiente se vivió, luego de la comida, a explorar un
rato por El Valle de Las Cuevas. Visitar la Cueva de la Olla, solo es el
principio, pues allí cerca esta la Cueva de la Golondrina, La Cueva del
Zorrillo y la del Rincón por mencionar algunas.
Empezó a esconderse el sol, al ponerse más fresco el clima,
no falto quienes nos arrimáramos a la fogata. Por doquier se escuchaban
platicas de muy variados temas, desde carreras en puerta hasta aventuras de
eventos pasados. Poco a poco, el cansancio empezó a cobrar factura, y uno a uno
fueron retirándose a sus respectivas casitas a descansar. Al final solo quedábamos
cuatro personas alrededor de la lumbre, yéndose los últimos dos, procedimos a
armar nuestro dormitorio. Como no traíamos casa de acampar, nos quedamos al
aire libre, a un lado de la fogata. Primero coloque un plástico grueso en el
suelo, luego arriba nuestras bolsas de dormir. Casi cada hora me levanté a
atizarle a la lumbre para que no se fuera a apagar, me quedaba un rato sentado
escuchando los sonidos nocturnos del lugar, la luna iluminaba bastante y me
daba la posibilidad de ver entre los pinos.
La última vez que me levanté en la noche fue como a las 4:30
am, en ese momento la orquesta de aves parecía que estaban ensayando, pues se
escuchaban muy diversos y bellos trinares. En cuanto empezó a clarear la
mañana, nos levantamos y caminamos un rato. Cuando regresamos de caminar, ya
estaban almorzando los demás y nos unimos al festín.
Después de desayunar, un pequeño grupo fue a revisar unos
anzuelos que habían dejado la noche anterior en las partes más honditas del Río. Grande fue la sorpresa, al percatarse
que si había algunos “peces pescados”, el recorrido para revisar los anzuelos
fue en bicicleta, esto incluía cruzar varias veces el Río, lo cual requiere de
cierta habilidad. Todos los que íbamos, en más de una ocasión tuvimos que bajar
por lo menos un pie al agua.
En uno de los cruces, de repente se nos desapareció Diana,
al voltear hacia atrás, ella estaba haciendo “angelitos” en el agua y a risa y
risa ¡se había caído!.
El agua le ayudó a amortiguar la caída, así que no fue nada
de qué preocuparse. Continuamos revisando los demás anzuelos, en los cuales
encontramos mas pescados.
Regresamos de nuevo a donde estaba el grupo principal, y de
allí nos fuimos Río abajo, ya la mayoría reunidos allí, aprovechamos para tomar
agua de un manantial, fresca y riquísima.
Entre la Cueva del Zorrillo y El Manantial Lloraderitos, hay
una pequeña rinconada en el Río donde la profundidad es ideal para meterse, así
lo hicieron la mayoría.
Después de disfrutar del agua por un buen rato, es hora de
partir de regreso, no quisiéramos, pero algunos vienen de Juárez y de
Buenaventura, por lo que deben retirarse temprano.
Por mi parte, aprovecho que todos se fueron, para darme un
baño que ya lo requiero urgentemente.
Es momento de decirle un ¡hasta pronto! A la Cueva de la
Olla.
Algunos de los ciclistas locales, deciden quedarse hasta más
tarde.
Yo me retiro con el grupo de Juárez, no sin antes tomarnos
la foto del recuerdo en el Caracol.
Espero pronto estar en otro recorrido similar, pero ahora
si, ya tendré más condición, pues pienso seguir pedaleando.
Selfie!!!
¡Hasta pronto!
Elías Ramos