miércoles, 2 de febrero de 2011

Primer visita a los Petrograbados de Anchondo, 30/enero/2011

Primer visita a los Petrograbados de Anchondo, 30/enero/2011
Casas Grandes, Chihuahua, México

Por: Elías Ramos de Expediciones Paquimé y Alrededores
636-536-7215
expedicionespaquime@gmail.com

Es un jueves temprano 30 de enero de 2011, apenas suena el despertador a las 7:00 am. Luego del mundialmente famoso “un ratito mas” me levanto a las 7:15. En la casa, mis hermanos se andan alistando para irse a la escuela, mi madre echándoles lonche y dándoles la bendición. En eso gritan afuera “¡Elías!”, ya llegó Pepe me digo a mi mismo. Pepe es un buen amigo, lo conocí hace como tres años cuando trabajábamos en la maquila, aun esta triste por la pérdida de su esposa, quien murió hace un año y medio víctima del cáncer. Llega sonriente, justo me encuentra almorzando, lo invito a que me acompañe, pero me desaíra diciendo: “no estoy acostumbrado a almorzar tan temprano, gracias”. Terminé de almorzar, eché mi lonche, las lámparas, la cámara para las fotos del recuerdo y nos arrancamos por Adalberto.

Adalberto es otro de mis mejores amigos, aun recuerdo aquella ocasión cuando estudiábamos el nivel medio superior, era casi final de semestre, teníamos exposiciones, trabajos, tareas, maquetas, un sinfín de cosas que hacer y yo al ser fuereño se me acabo el dinero y la comida, al día siguiente recaló mi buen amigo Adalberto con la mochila llena de papas y aceite para cocinar. Con el dinero que traía él, compramos otra poca de comida, de manera que la última maqueta la hicimos con material que encontramos en el patio y en la calle: ramas, tierra, gel para el cabello, entre otros, muy seguido nos acordamos cuando nos sacamos un 10 con esa maqueta.

Cuando llegamos por Adalberto, él ya estaba preparado, ahora solo nos faltaba comprar algunas cosas, principalmente chucherías, además refrescos y poner gasolina. Dentro de la tienda y escogiendo las cosas que llevaríamos, no recuerdo que vió Adal que nos dijo: “¡ya me acorde de un chiste!”, Pepe y yo nos volteamos a ver, nos sonreímos y casi al mismo tiempo dijimos: “no no Adalberto, es muy temprano”. La verdad es que no es muy bueno para contar chistes y por si fuera poco, tiene la habilidad de saberse puros malos, lo bueno es que no se desanima, se sabe muchos y sigue contándolos a diestra y siniestra.

Por fin compramos lo que requeríamos y pusimos gasolina. Ahora si ya estábamos listos para ir a nuestro destino de hoy, los petrograbados de Anchondo. Anchondo está ubicado a unos 18 kilómetros al sur de Casas Grandes, apenas un poco mas adelante de donde nace el Río Casas Grandes, gracias a la unión de dos ríos: el Palanganas y el Piedras Verdes.

No muy lejos de allí se encuentran los petrograbados – grabados en piedra -, arte rupestre hecho por los antiguos pobladores de la región, probablemente los mismos que habitaron la famosa ciudad de Paquimé, catalogada por la Unesco como patrimonio de la humanidad. Ninguno de los que íbamos sabíamos exactamente la ubicación, así que tuvimos bastante suerte en encontrarlos. Unos meses atrás, nuestro buen amigo Carlos Hernández de Tours Pac, nos platicó que cerca de Anchondo había petrograbados, mas ni nos dijo donde y ni preguntamos tampoco. Apenas hace una par de días que pensamos en salir a caminar, y buscando algún destino, decidimos ir a buscar este sitio arqueológico, aunque no tuviésemos ninguna referencia.
 Antes de llegar a unos peñascos que nos llamaron la atención como para que estuvieran, tuvimos que pasar un obstáculo, el Río. Generalmente en invierno no lleva mucha agua, por lo que podríamos haberlo cruzado fácilmente caminando entre el agua. No llevaba mucha agua, pero la que llevaba estaba demasiado fría, lo suficiente como para desanimarnos a cruzar descalzos. Así que buscamos un lugar por donde pasar.

Pepe fue el suertudo de encontrar ese “puente”, era una rama de un álamo que atravesaba el río de lado a lado.
Pepe por ser el afortunado en encontrarla, le cedimos el derecho de cruzar primero.

Cruzó sin ningún percance, también Adalberto. No le deseo el mal a nadie, pero hubiera sido una anécdota chusca el que alguien cayera al agua, claro, siempre y cuando no fuera yo. También cruce sin ninguna situación de la cual reírse. Tras cruzar el terreno de una labor, llegamos casi al pie de los peñascos, únicamente nos separaba un canal de riego.




¿Parecen o son? – Pregunté – “¡si son!” me respondí, los diseños son inconfundibles.

Subimos hasta estar cerca de las figuras, algo que me llamó la atención es que no hay rayones de gente inconsciente, los comunes “fulanito estuvo aquí” o “sutano y mangano”. 

Anduvimos buen rato explorando la zona, bastantes petroglifos hay en ese lugar: animales, dioses, personas y diversos símbolos enriquecen esa escritura antiquísima. Según los arqueólogos Mendiola y Guevara, se estima que estos diseños fueron hechos en el año 1300 DC aprox.


Habíamos visto unos pocos cuando me paso una tragedia, el tacón de mi bota se desprendió. Aun así, no fue motivo para detener el recorrido. Todo el resto del trayecto así me anduve, fue algo extraño caminar sin un tacón.


Definitivamente el caminar desestresa, aún mas si se disfruta de los paisajes de la naturaleza, las vistas que ofrecen las alturas son espectaculares.

Ya es tarde, pronto el sol se ocultará, así que es hora de regresar.




Fin.